jueves, 6 de octubre de 2011

* HISTORIA DEL TRAJE DE FLAMENCA ( Parte I ) *


Su antigüedad se remonta a la costumbre decimonónica de la mujer sevillana, a los primeros tiempos de la feria de Sevilla, donde acudían desde 1847 a la feria de ganado, las mujeres de los tratantes o comerciantes, muchas de etnia gitana y también campesinas que acompañaban a sus maridos y trasladaban la casa provisionalmente, con lonetas y el anafe incluidos, germen de las casetas actuales. De ahí que indistintamente se le conozcca como traje de flamenca o de gitana.

Ellas vestían las cómodas batas de faena con su delantal, a las que se les añadía dos o tres volantes que con el transcurrir de los tiempos se fueron convirtiendo en moda que, además de la comodidad que aportaban, realzaban el cuerpo femenino dándole un toque de sensualidad que no conseguían con otras ropas, y ellos el traje corto campero.


Como el ocio hizo sucumbir al negocio y la feria perdió su apellido "de ganado", lo festivo engalanó aquella primigenia bata, obteniendo incluso el plácet de las señoras de alta alcurnia en la Exposición Iberoamericana de 1929. La profesionalización del flamenco actuó, por las mismas fechas, de forma paralela en la consagración de la vestimenta tradicional andaluza como vestuario propio del escenario.


Con el tiempo, aquella bata que comenzó siendo una prenda de cuerpo amplio, pasó a ser el "traje de feria" para grandes y pequeñas, familias acomodadas y humildes, no había distinción de clases ni edad, y su evolución ha ido paralela con el resto de diseños que se actualizaban con cada época.

Sevilla, como Andalucía, respira mestizaje. Su historia tradicional se funde con culturas llegadas desde lejanas civilizaciones. Y lo impregna todo, dejándose ver entre las telas y volantes. Este hecho llamó tanto la atención que las distintas clases de alta cuna comenzaron a copiar la indumentaria a partir de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. El traje de flamenca había dado el salto a formar parte de la moda.
Lo que fue vestimenta local se extendió como traje de Andalucía y, como casi todo lo que desde aquí echa a volar, este bello y alegre traje se identifica en el mundo como “traje español”. Al traje de flamenca sevillano-andaluz le pasa como al caballo arábigo-andaluz, al baile por sevillanas, al flamenco, al gazpacho, al vino de Jerez, a la copla andaluza, que la generosidad andaluza ha permitido que lo etiqueten como les ha venido en gana o les llamen como procedente de donde nunca fue. No hay japonesa, australiana, californiana que no vea en el traje de flamenca el icono de la estética femenina de España llamándole traje español, por el contrario ninguna de esas que se visten de españolas con un traje de flamenca, nunca lo hicieron de lagarterana, valenciana o gallega.


El traje de flamenca, también llamado “de gitana” es el más utilizado y con el que se identifican más las mujeres andaluzas, de España y de la Humanidad que nos visita. Si hubiera que definir brevemente al traje de flamenca (jamás “faralaes”, que así es como lo llaman los que se bajan del AVE), es que es el único traje regional de toda España que varia y evoluciona en función del tiempo y la moda. Es una vestimenta viva, cada año se renueva y se reinventa, se le añaden nuevos complementos y materiales y ya los hay para el día, la tarde o la noche. Una hechura clásica del traje es el llamado "cuerpo de guitarra", que realza indudablemente la belleza de la mujer: escote de pico, redondo o cuadrado, según las épocas, pelo recogido en moño para dar esbeltez al cuello, traje ceñido que se abre en las caderas y los volantes que imprimen al andar un aire más femenino y alegre. El traje va acompañado de distintos e imprescindibles complementos: mantones o mantoncillos, flores en el pelo, pulseras, zarcillos, peinetas, peinecillos todos en un ilimitado juego de combinaciones de colores y variantes. El traje de flamenca conjuga tradición e innovación, pues si bien conserva una estructura básica sustentada en un cuerpo entallado sobre el perfil de la cadera y una falda de volantes, sobre este armazón la creatividad fluye. Tras una década de trajes barrocamente recargados de encajes y cintas de raso, el traje de flamenca, en un alarde de sencillez, se desprendió de adornos, almidón y caderas escondidas, sufriendo una metamorfosis de la que salió vaporoso, ligero y sensual. Telas sedosas, colores lisos y el lunar comenzaron a envolver a una mujer que luce todo su contorno bajando talle y volantes, ya fuera desnudando los brazos o con ellos pudorosamente cubiertos. Ya superado el segundo milenio, se vuelve la mirada atrás y se rescata el popelín sin renunciar al talle bajo, se parte el traje en dos piezas, se agranda el lunar... Un continuo inventarse que implica también los complementos o avíos. Si un año se lleva la flor grande y baja junto al moño, al siguiente pequeña y alta; si un año el pendiente es de aro, al siguiente de pera; si un año el mantoncillo con flores pintadas, al siguiente de tela estampada... Y es que el traje de flamenca se ha hecho hueco hasta en la alta costura como inspiración para modistos como Yves Saint Laurent o los sevillanos Vittorio & Lucchino, que han llegado a crear una exclusiva línea de trajes de flamenca. Este encandilamiento también se ha extendido a la variante escénica del traje de flamenca, pues si Francis Montesinos viste a Eva Yerbabuena, Armani viste a Joaquín Cortés. Pero esta entente no es por todos aprobada, especialmente en el caso de la mujer. La bata de cola almidonada de Matilde Coral frente a las gaseosas batas de Sara Baras. Purismo frente a renovación. El debate se cuela por todos los ámbitos susceptibles de la evolución. Y ahí están las nuevas firmas renovadoras que este año en el SIMOF 2011 (XV Salón Internacional de la Moda Flamenca), celebrado en Sevilla, refrenda todo lo aquí expuesto. Traje imitado por los grandes de la costura, porque sus volantes dan mucho movimiento, su colorido libre es atrayente, favorece siempre que se acepte el cuerpo acentuando la figura... Estamos ante el traje que refleja nuestra cultura por su calidez y sensualidad y, por supuesto como otra seña de identidad de un pueblo que, como con el traje de flamenca, respeta las raíces y renace y se reinventa cada primavera. Y aunque hay quien'' ha perdido el norte''(Pon algo del sur '' jaj), el traje de flamenca es la evolución de una bata casera . Afortunadamente las andaluzas fetén saben cómo hay que vestirse de flamenca, tanto para la feria como para una romería. Y otra cosa, ... qué bonita está una niña ' vestia ' de flamenca.

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